martes, 3 de septiembre de 2013

Oidos sordos.

Cuando la mayoría.....no tiene la razón. Tal pareciera el caso de este atajo de pillos que nos "gobiernan", quienes posiblemente no tengan oidos, o esten ciegos...o mas bien: privados de un cerebro normal, ya que no se dan cuenta (o les vale) que millones de Mexicanos detestemos y estemos contra sus aberrantes y absurdas leyes que estan modificando: lease la ley de venta de Pemex, la ley contra los maestros y tantos absurdos dignos de tarados o de criminales. Simplemente a puerta cerrada parten el queso y mueven a su antojo las leyes que tantísimo tiempo ha tomado poner juntas, sin que misil alguno les distraiga de sus cotidianas acciones. Esto es aberrante y desesperante: ser un pueblo amordazado y maniatado que ve cambiar montones de leyes que supuestamente debiesen ser para el beneficio de todos, pero es exactamente lo contrario...y sin poder hacer nada mas que manifestarnos en las calles. Con absurdas promesas de que va a ser mejor para la educación esto o aquello, o de que si los extranjeros le entran al petroleo, nos van a regalar 100 litros de gasolina por familia cada mes, o que el gas domestico va a bajar tanto de precio que vamos a cocer enormes ollas de tamales todos los dias. Desde que murió Pancho Villa y Emiliano Zapata, hemos caido en este descomunal abismo: El otrora campo Mexicano ya no produce ni maiz, el empleado comun y corriente de Mexico gana unos $4,000 pesitos al mes (si bien le va) mientras cualquier diputadete inutil se gasta esa cantidad diariamente en llamadas de su celular Android....llamadas a cargo del erario ( y el Android tambien). La gasolina, el gas, el aguacate, el azucar, el huevo y todo lo demas que forma parte de nuestra "canasta basica" sufre a diario un aumento de precio sin pies ni cabeza. Es necesario una gigantesca purga en nuestro sistema de justicia, y que empiece la cacería de estas brujas malditas, que no puedan escapar y sean detenidas, enjuiciadas y enviados a purgar bien merecidas condenas tumultuarias. ¡No puede ser tanta iniquidad Dios mio!

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